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La Ansiedad es un mecanismo natural de todos los seres humanos (una emoción), no siendo algo negativo como habitualmente tendemos a pensar. Durante siglos ésta ha sido una activación normal del organismo, el cual se preparaba para hacer frente a una amenaza real que implicaban factores cognitivos, fisiológicos y de conducta.
Durante muchas épocas pasadas ante peligros inminentes, teníamos que decidir de forma rápida entre huir, atacar, neutralizar, escondernos o afrontar. La ansiedad era en esas situaciones nuestra gran aliada.
Su función ha sido la de ponernos en alerta ante sucesos comprometidos; por lo que en realidad, un cierto grado de ansiedad ha supuesto un componente sano de precaución en situaciones relevantes. Como aspectos positivos podemos destacar que una ansiedad moderada y en estado normal ayuda a mejorar el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta; manteniéndonos concentrados y pudiendo resolver con cierta eficacia los retos que tenemos en nuestro camino.
Por lo tanto y llegados a éste punto...¿Cuál es el problema realmente entonces? ¿Qué está ocurriendo en nuesta sociedad actual para que millones de personas la padezcan de una forma descontrolada?
Una gran parte de la población vive hoy en un mundo donde la mayoría de peligros que piensan que van a ocurrir no terminan ocurriendo jamás; vivimos de forma que nuestros pensamientos negativos anticipatorios nos muestran constantemente amenazas que son en la mayoría de los casos irreales, falsas e imaginarias. Observar el modo en el que nos hablamos a nosotros mismos nos dará muchas pistas de porque nuestra ansiedad se desborda y funciona incorrectamente.
Por lo que uno de los pilares más importantes en los que se sustenta una ansiedad desmedida son nuestros propios pensamientos. Existen otros factores, como pueden ser nuestra predisposición biológica, ciertos hechos traumáticos, el consumo de drogas, experiencias vitales que hayan sido significativas, ciertos factores ambientales,obstáculos para conseguir algún logro o resultado, miedos y temores ante situaciones que tenemos que confrontar y un largo etc...
Sin darnos cuenta, entramos en una espiral donde el miedo al miedo se convierte en un estado natural , donde perdemos condiciones y facultades, en donde nos damos cuenta que empezamos a evitar o huir de ciertas situaciones para no sentir los síntomas que nos aterran y en donde nuestra vida poquito a poco se empieza a limitar.
En éste punto aparecen los temidos síntomas físicos y psicológicos...síntomas que si duran y se agravan durante más de tres meses podrían llegar a causarnos un trastorno.
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